A lo largo de los años, las mujeres lideresas comunitarias han desempeñado un papel fundamental en la consolidación de herramientas de desarrollo y organización para sus comunidades, fortaleciendo así su liderazgo. Estas mujeres son piezas clave en la creación de resiliencia y en la adaptación comunitaria al cambio climático. Han logrado esto a través de la colaboración en intercambios de aprendizaje entre pares, la identificación de oportunidades y riesgos en sus comunidades, la promoción de diálogos locales y otras valiosas herramientas.
Es en este contexto que surge el proyecto “Sembradoras de Esperanza: Huertos Urbanos para la Seguridad Alimentaria y la Resiliencia Comunitaria”. Este proyecto se enfoca en el conocimiento de las prácticas locales, la promoción de la agricultura urbana, la implementación de la producción de alimentos a pequeña escala y la generación de resiliencia comunitaria y climática. Además, empodera a las pequeñas productoras y a sus comunidades como agentes clave para el cambio.
Este proyecto adopta un enfoque colaborativo que transforma las decisiones individuales en acciones colectivas, modificando así el entorno desde el ámbito más cercano, como la familia y la comunidad. Además, se enmarca como un Sistema Alimentario Sostenible que abarca desde la capacitación y el cultivo hasta la comercialización de productos agrícolas, cunículas y avícolas. También se destaca por su esfuerzo en rescatar la riqueza alimentaria a través de festivales gastronómicos y culturales, fortaleciendo de esta manera la resiliencia comunitaria y la seguridad alimentaria mientras enfrenta el cambio climático desde el nivel más próximo a las personas: la familia y la comunidad.
Es importante destacar que el contexto en el que se implementa este proyecto enfrenta altos niveles de pobreza, con cifras alarmantes en lugares como Ecatepec (38.2%), Temoaya (38%), Toluca (48.9%) y Tejupilco (70.1%). Estos niveles se han agravado con la pandemia de COVID-19, ya que muchas personas perdieron sus medios de vida. En este contexto, las mujeres líderes comunitarias asumieron un papel protagónico y estratégico, estando en la primera línea de defensa. Establecieron alianzas con la academia, organizaciones de la sociedad civil y gobiernos locales, además de impulsar diálogos locales para poner en práctica la gobernanza local y tener un impacto real en las políticas públicas.